La vasta Patagonia tiene incontables abordajes y recorridos posibles. Uno de ellos propone visitar la franja paralela a la cordillera de los Andes que va, de norte a sur, desde El Bolsón en Río Negro hasta Gualjaina en Chubut, pasando por Lago Puelo, Cholila, Trevelin y Esquel. La propuesta para disfrutar este rincón del sur matizado por montañas y lagos es embarcándose –a veces literalmente– en excursiones de turismo aventura en cada localidad: un plan de viaje con mucha acción por la Comarca Andina, del Paralelo 42 hasta Gualjaina.
El viaje comienza en El Bolsón, uno de los clásicos de la Patagonia andina que, a pesar de haber crecido mucho en los últimos años, felizmente carece de discotecas, edificios y grandes centros comerciales. En su momento El Bolsón fue uno de esos fugaces paraísos hippies que luego fueron cambiando a la par de la realidad; hoy es un lugar donde se acercan a vivir algunos cultores de la llamada new age, que van desde congregaciones budistas hasta monjes que venden duendes “de verdad” conservados en formol. Pero en general los habitantes de El Bolsón son gente común que optó por vivir un poco más apegados a la naturaleza, y que tienden a producir con sus propias manos todo lo que sea posible: desde la casa donde habitan hasta la comida diaria y la cerveza. El Bolsón es por eso un paraíso de lo artesanal y prácticamente no existe casa adonde un visitante llegue y no le ofrezcan alguna bebida preparada por los anfitriones, como el tradicional licor guindado.
Desde aquí una de las excursiones más agradables es un paseo en 4x4 hasta el balcón del cerro Saturnino y el Mallín Ahogado. El vehículo es una poderosa Defender Land Rover que se interna por una huella en la Chacra Cerro Saturnino y trepa la ladera con 45 grados de inclinación. El traqueteado camino desemboca en un balcón del cerro a 900 metros de altura, donde se desciende del vehículo para observar un amplio panorama con el casco urbano de El Bolsón, los cerros Piltriquitrón, Currumahuida, Dedo Gordo y Hielo Azul, y al final de todo el lago Puelo.
El paseo continúa con un descenso hasta la confluencia de los ríos Azul y Blanco, donde el chofer exige al máximo la camioneta vadeando el río con el agua hasta la altura de los picaportes. Junto a la orilla, después de tanta adrenalina, se hace un picnic con originales churros rellenos de frambuesa.
Fuente: Argentina.ar
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