Siempre los valles guardan una sorpresa. A veces son las caprichosas formas que tienen las montañas, y otra sus colores. Y Angastaco guarda para si el capricho de las formas y los tonos, salvo el de cielo que es único, propio, intransferible.
Angastaco está situado en plena serranía, en un valle, surcado por el río del mismo nombre, que cruza junto al pueblo después de nacer en Pucará, echando sus aguas más adelante en el Río Calchaquí.
Llama la atención de este lugar, el contraste entre el verde intenso de los cultivos y el suelo arenoso de los valles.
Desde mediados del Siglo XVIII las parcialidades indígenas asentadas en la localidad de Angastaco dependían de la Misión Franciscana del Rosario de Calchaquí, ubicada en el paraje de San Isidro, cercana a Cafayate.
Quien haya visitado alguna vez Angastaco queda flechado con sus encantos y con el deseo de volver a contemplar sus maravillas.
Ya en las proximidades del pueblo, yendo por Cafayate, encontramos ese paisaje lunar cincelado pacientemente por la Naturaleza, sobre todo en los Pasos del "Ventisquero" y de la "Flecha".
Se puede pasar cien veces por el lugar y se encontrarán nuevas, casi infinitas combinaciones de formas y colores.
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