Visitar la tierra ranquel puede generar adicción, y es muy probable que recién ahora, hasta los propios lugareños, estén tomando verdadera conciencia del fenómeno. En La Pampa hay autenticidad simple y bella. Uno encuentra la naturaleza en su estado más puro, la memoria de historias y tradiciones, el paladar de una verdadera explosión de sabores y el corazón de emociones, ante la amalgama de un pueblo que ha sabido unirse y fijar metas comunes, que se traducen en un claro concepto de hospitalidad.
El bramido y el glamour
El Parque Luro es el primer testimonio de la Argentina opulenta y europeizada que tanto enorgulleció a generaciones pasadas. Es un impactante castillo que despierta admiración por su concepción y por su inocultable glamour.
Con una imponente vista desde los balcones de la planta alta se observa la inmensa espesura del monte de caldenes. No se trata de un monte cualquiera, el caldén es el árbol insignia de la provincia, presente en su escudo y en su bandera. Bajo su espesura se guarece el protagonista estrella, el ciervo que por estas épocas se encuentra en su ciclo reproductivo, generando un espectáculo fascinante que se denomina la Brama del Ciervo Colorado, siendo su avistaje un excelente recurso turístico. El recorrido nocturno que propone sumergirse en el bosque es una experiencia que mezcla aventura y misterio, como en las mejores películas, pero en donde se percibe la sensación de estar caminando por el inmenso set de la naturaleza. Los bramidos se aproximan, la lucha de los machos por determinar cual es el más fuerte y quien consigue un harén mayor está a escasos metros.
La Pampa profunda
La Pampa profunda, fue escenario de los duros comienzos. Victorica, es la primera ciudad de La Pampa, muy cerca del corazón del ancestral reino ranquel. Es llamativo que una población tan vinculada a la actividad rural y su problemática particular, haya percibido la importante veta turística que supone habitar una tierra de fusión cultural de envergadura.
La casa que alberga a la Dirección de Turismo, a cargo de Enrique Capdeville, es por sí misma un sorprendente atractivo a la vera de la ruta. Capdeville es un apellido de origen francés muy reconocido en estas tierras tras su llegada en 1877. A escasos 50 metros se encuentra la Hostería ¨Jotaye¨, que dirigida por Jemny Young y su hija Lorena constituye un claro manual básico de lo que define a la hospitalidad. Jemny es tercera generación de la familia de origen escocés y galés en Argentina y no deja de llamar la atención la armonía con que se reúnen en su casa los protagonistas de la historia viva del pueblo, la provincia y la nación ranquel, todos compartiendo un almuerzo exponente de las variantes gastronómicas de las distintas carnes que tiene la región, matizado con buen vino, canciones del cantante Pedro Cabal y danzas tradicionales de un entusiasta grupo de jóvenes.
Es en este lugar que comienza el recorrido del proyecto ¨Latidos del Caldenal¨ (el secreto de la aridez), que pone en valor el recurso turístico que reúne a las localidades de Victorica, Telén, Luan Toro, Loventue y Carro Quemado y que cuenta con establecimientos como las estancias San Carlos y La Holanda.
El Parque Leuvucó, fue el centro del reino ranquel, y en donde descansa el cacique Mariano Rosas, guía permanente de la comunidad aborigen, mentora del desarrollo en paz y trabajo. Nazareno Serraino, es un descendiente ranquel que desde su rol de educador, recuerda los valores de sus ancestros y brinda al visitante un atrapante relato de las vicisitudes vividas por su pueblo. Es allí, en donde se funde el misterio del guadal, el caldén y el hombre que hace a esta tierra, un lugar agresivamente agradable.
La Holanda tiene la particularidad que no realiza tareas productivas, por lo que está íntegramente dedicada a recibir visitantes. La estancia es un gran espacio de arte y recuerdos de una vida que no supo de fronteras, y que sin embargo, eligió este remoto lugar en el mundo.
Fuente: Argentina.ar
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